miércoles, 13 de enero de 2010

Pedro.


Una vez Pedro espero detrás de esa puerta tan alta como su cabeza. También intentó no culpar a su afuera, y menos al desconocido en cuestión. Tenía una mezcla de sensaciones, una suerte de temor imperioso que lo recorría lento y constante por el cuerpo y, a su vez, muchas ganas de ese retorno.
Pedro, siempre confiado en la bondad de los desconocidos no quería resignar sus ganas a un mal trago, a una llamada no contestada, a terminar desconfiando de alguien que no era, de alguien que no existió o no quiso existir por lo menos en la realidad de Pedro.
Pedro sigue aprendiendo de todos los días que vive, escucha música temprano evocando energías para poder seguir camino, toma mate amargo y nunca se queda quieto.
Lastima por quien no ve a Pedro con los ojos que yo lo veo, y que bueno que Pedro no se deja intimidar por los vicios de este mundo.
Que bueno que Pedro sabe lo que quiere y lo que no quiere.
Pedro hoy ya no es el mismo de siempre y eso es crecer, por lo menos para mí.

2 comentarios:

  1. Loco!
    Esa imagen puede ser cualquier amanecer tranquilo de pajaritos y vientos en cualquier calle del oeste
    A pata o pedaleando..
    Tu sabes..
    Lindo saber q eso resulta familiar
    Lindas palabras por estos lados
    No vemos por algun lugar remoto del mundo de palabras cibernetico
    Abrazo!

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  2. Qué bueno que Pedro no sea el mismo de siempre... Le da la posibilidad de conocerse de nuevo!

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