Una mañana con un cielo azul profundo me llevaba de vuelta a casa. Me encontraba viajando en un auto desconocido, con música que no entendía o que no escuchaba.
Me quedé mirando las nubes, esperando que el sol salga y eso hoy no pasó.
Durante todo el trayecto te me aparecías relampagueante, en frases, en imágenes, en mis suspiros caprichosos.
A estas alturas ya no tiene sentido tu nombre, pasaste a ser un sueño diurno.
Mi mejor personaje de ficción, la poco perfecta sensación de querer.
Y me di cuenta de esa tediosa espera, de la que me hago responsable.
Me sentí fuerte, seguro de poder levantar el teléfono y dejar en palabras toda esta elocuencia incontrolable, me sonreí con ansias de terminar con esto.
Te pensé sorprendido y hasta un poco enojado, nunca es lo suficientemente cómodo el decir las cosas sin filtro.
No espere el final feliz, siempre renegué de la racionalidad pero en el fondo la escuche para no estallar.
Me baje del auto apresurado por llegar al teléfono, lo tome entre mis manos y me temblaban las rodillas, ni siquiera mire la hora para saber si ya te habías levantado.
La adrenalina me recorría el cuerpo, se me mesclaban las palabras, ni siquiera sabia que te iba a decir exactamente pero estaba decidido a hacerlo.
Nunca atendiste el teléfono y decidí no volver a intentar hasta la próxima vez que se me ocurra llamarte y decirte todo lo que en mi provocas.
hola
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Jackie Silva
Encantado de leerte Jackeline...
ResponderEliminary contá con mi blog...
Luego te agrego..
un beso.