lunes, 3 de enero de 2011

Summertime

Este calor de enero que hace de mis noches un confuso devenir de ocurrencias.


Historias que me recorren por todo el acolchado, amores, traiciones y la iglesia.

Se me ocurre que tengo la garganta seca, que un poco de cerveza helada, esa que evoca a los amigos y a las mejores charlas, no me vendría nada mal.

El silencio me distrae, me doy media vuelta y busco la nada misma para poder dormirme.

El color de piel como tostada mirando a la cámara invitando a todos sus contactos a pensar en lo mismo, o dudo mucho que a alguien se le ocurra otra cosa.

Me da bronca esa imagen en mi cabeza, deja en evidencia la curiosidad y las ganas solapadas por una comunicación parcial, insuficiente y casi nula.

Me imagino que no es tan fantástico como parece y me da risa.



Tiempo, cigarrillo a oscuras y ese raspeo de la Joplin sonando como evento decorativo de toda la habitación.

Dormir, parpadear, la espera, la temible la que no conmueve.

Fin, de un razonamiento sin lógica aparente.

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