miércoles, 12 de enero de 2011

Pez.

El pasillo a oscuras, los pies desnudos con el frío corriendo entre los dedos.


Sos un enigma, ese fue tu paso seguro. Las horas despiertos de tantas palabras que terminaron vacías, la habitación.

La espalda descubierta, un par de lunares caprichosos que se asoman por tu hombro, el respirar rítmico y pausado.

Una expresión de templanza que juega a las escondidas con tu locura.

Abrís los ojos, me adivinas mirando desde la puerta.

No me decís nada, con un simple gesto se me tranquiliza la existencia. Como si supieras de mis pesadillas, de mis confrontaciones a oscuras, como si supieras de mis miedos.



Me hago el que no entiendo, por que sabes que me cuesta decirte las cosas, por lo menos en palabras, no soy bueno para el fraseo.

Decís mañana adjuntando una promesa tonta, un desayuno o una nueva canción.

Sos un tipo inteligente, sabes que decir y a veces no decís nada.

Me siento al borde de la cama, te observo más de cerca buscando explicaciones.

Vos te reís, me callas y evocas una plegaria en silencio.

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