domingo, 3 de octubre de 2010

Oro Cielo.

Me pasa que a veces la motivación llega tarde a mi mañana.
Ya casi despierto y con el malhumor esperado repaso mentalmente las cosas por encarar en el día.
A veces me despierto extrañando cosas, gente, canciones pero eso jamás me modificó la rutina.
Por lo general me doy el gusto de dejar de extrañar, pero esta vez se me hizo muy difícil.
Necesitaba los mates con mi Abuela, necesitaba las conversaciones tipificadas después de cada ensayo con la Murga.
Mi abuela, una figura rígida, una mujer suspendida en las demandas culturales de algún tiempo que no conocí.
Como todo ser humano se habrá equivocado, como cualquiera de nosotros intentó construir de a poquito su felicidad.
Me gusta pensar que disfrutaba mucho su rol de abuela, desde llevarnos a mi hermana y a mi a pasear por lugares que mi memoria no supo retener mas que en imágenes, hasta recalcar mi extraña vestimenta.
Era una hermosa mujer mi abuela, con esos rasgos originarios y su mirada profunda.
Con el quichua muy abajo del delantal y con un tango entre los tobillos, siempre supo ser mi abuela.
Siempre mi abuela y yo su oro cielo como siempre le gustó decirme.
Gracias por enseñarme tanto.

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